Alicia Ramos Fondeville presidió el tribunal que en 1989 halló culpable del homicidio de su mujer al ex campeón del mundo. Su compleja vida en el ámbito judicial, cómo vivió el caso y el impacto de la condena en la lucha de las mujeres contra la violencia de género.
Un día de 1984, cansada de ver cómo su prolífica carrera perdía valor por ser mujer, escribió una carta que llegó hasta el mismísimo gobernador de la provincia de Buenos Aires. Alicia Ramos Fondeville pedía explicaciones, preguntaba por qué su nombre no aparecía en el espectro de ningún seleccionador cada vez que se hacía una vacante en la Cámara Penal. Se consideró (y en esas líneas se presentó), entonces, como un arquetipo de la discriminación de género. Cinco años más tarde presidió el tribunal de la Cámara Penal que condenó a Carlos Monzón… Hoy, 30 años después, sigue siendo la única mujer designada en ese departamento judicial en la historia de Mar del Plata.
La doctora Alicia Ramos Fondeville es, a todas luces, una revolucionaria. No ahora. Lo fue hace ya tres décadas y sabe del impacto de su tarea en la historia de la lucha de las mujeres contra la violencia de género que siguió y que hoy reclama, se visibiliza, se impone en la agenda y en la vida. Que grita y que suplica. Que pide igualdad y se niega al sometimiento. En diálogo con Infobae, desde la sapiencia de los años y la tranquilidad del retiro, repasó cada momento de aquel juicio, el que determinó que uno de los máximos campeones deportivos de la historia argentina, había asesinado a su mujer, y confesó secretos imperdibles de una carrera hecha a la medida de la Justicia.

¿Cómo fue su carrera en la administración de Justicia?
¿A qué cree que se debe?
(Hace un largo silencio) Y bueno, qué se yo… al machismo. Yo tuve que luchar mucho contra eso también porque cuando había que ascender a alguien, cuando se producía una vacante, cualquier cosa que llevara pantalones pasaba al frente y era ascendido, menos una mujer. En un momento, cuando yo tenía ya muchos años en el Ministerio Público, me convertí en un prototipo de la discriminación de la mujer para ascender en los cargos y un día, cuando llegó el gobierno democrático y estaban haciendo todas las designaciones para los lugares, entre ellos la Cámara, y yo no aparecía por ningún lado… Yo nunca tuve padrinos políticos, ni militares, así que estaba ahí únicamente con mi protesta, pero un día mi marido me dijo: ‘¿Por qué no le escribís una carta a la vicegobernadora?’, que era Elva Roulet en ese momento (1984), y entonces lo hice diciéndole que yo me había convertido en eso, en un arquetipo de la discriminación de género, y parece ser que a partir de ahí me llamó el ministro de Justicia, me convocó a La Plata y después me pusieron en la Cámara, por eso yo siempre digo que las mujeres salvamos a las mujeres.
¿Cuál fue el derrotero de aquella carta?
Eso me lo contaron después, alguien que estaba en las intimidades del gabinete… Cómo Roulet había ido con la carta a ver al ministro de Justicia, le había pegado la carta en el borde del escritorio y había dicho: ‘¿Qué pasa con esta mujer?’
¿Cómo atraviesa la vuelta al primer plano de este episodio ocurrido hace 30 años ya?
Con naturalidad y recordando todo, me preguntan de qué me acuerdo y recuerdo todo lo que pasó.
PABLO SALAVAGIONE
Periodista