Es debido al escándalo de filtraciones y supuestos abusos sexuales que envuelven a la Academia Sueca, sumida en una crisis histórica.
El Premio Nobel de Literatura, máximo galardón de las letras mundiales, no se entregará este año, a causa del escándalo de filtraciones y supuestos abusos sexuales que colocó a la Academia Sueca en una crisis histórica, algo que no ocurría desde 1943, en plena Segunda Guerra Mundial.
La Academia informó que debido a la grave crisis que atraviesa, el fallo se aplazará a 2019, por lo que el año próximo se otorgarán dos Nobel: el correspondiente a 2018 y el de 2019.
Esta decisión, que había sido deslizada como una posibilidad en las últimas horas, se produjo tras la salida de ocho de sus dieciocho miembros, dos menos de los necesarios para tomar decisiones sobre los escritores galardonados.
Una medida de esta naturaleza no ocurría desde hace siete décadas, y se adoptó por la pérdida de «confianza» del mundo exterior en la institución y por su propio «debilitamiento» tras la salida de ocho de sus miembros.
La Fundación Nobel, que apoyó la resolución, sostuvo que la entrega de los galardones fueron aplazadas en varias ocasiones durante la historia de los premios, al señalar que «una de las circunstancias que puede justificar una excepción es una situación tan grave en la que la institución que galardona no sea percibida como creíble».
La última vez que ocurrió esto fue en 1949, cuando el Comité Nobel consideró que ningún aspirante cumplía los criterios y reservó el premio para el año siguiente, en el que se entregaron a William Faulkner y Bertrand Russell.
La institución también atravesó otros momentos críticos, como la cuestionada decisión de premiar en 1974 a dos escritores suecos que formaban parte del comité, o las salidas de dos miembros en 1989 en protesta por la negativa de la academia a condenar la emisión de una «fatwa» (edicto islámico) contra el novelista británico Salman Rushdie.
Si bien el proceso de selección de candidatos para el Nobel de Literatura de este año transcurría al ritmo habitual, era «necesario que la Academia tenga tiempo para recuperar su fuerza plena, involucrar a una cantidad mayor de miembros activos y restaurar la confianza en ella antes de elegir un nuevo galardonado», señala el comunicado de la institución.
Los diez miembros de la Academia, que ayer se reunieron para discutir la cuestión, coincidieron en la necesidad de desarrollar un nuevo marco de trabajo, una tarea que ya está en marcha y que incluye modernizar los estatutos y las rutinas sobre parcialidad y reforzar la confidencialidad.
El escándalo estalló en noviembre, cuando el diario Dagens Nyheter publicó la denuncia anónima de abusos y vejaciones sexuales #Metoo, realizada por 18 mujeres contra el artista Jean-Claude Arnault, muy vinculado a la academia a través de su club literario y esposo de una de sus miembros, Katarina Frostenson.
Al estallar el caso, la academia cortó la relación privilegiada y encargó un informe externo, mientras varias mujeres interponían denuncias y la fiscalía abría una investigación, en medio de duras críticas del mundo cultural a la institución.
El informe, además, reveló que Arnault había filtrado el ganador del Nobel en siete ocasiones.
A raíz del escándalo la Academia cortó la relación con Arnault y dispuso una auditoría sobre sus relaciones con la institución, pero desacuerdos internos en las medidas a tomar provocaron renuncias, acusaciones y las salidas, entre otros, de la secretaria, Sara Danius, y de Frostenson.
Por otro lado, tres fuentes diferentes confirmaron al diario español ABC que fueron testigos hace dos décadas de cómo Arnault se sobrepasaba con la princesa Victoria de Suecia durante un encuentro en la Villa de la Academia Sueca en Djurgården, en Estocolmo, donde visiblemente disgustada trataba de apartarse discretamente, para evitar el escándalo, después de que Arnault le tocase la cola.
El rey Carlos XVI Gustavo, protector de la Academia, anunció el mes pasado una reforma de sus estatutos (que datan de 1786) para permitir la renuncia real de sus miembros, por deseo propio o tras dos años sin participar activamente, y la posibilidad de que sean reemplazados, ya que las renuncias hasta ahora eran simbólicas ya que la pertenencia era de por vida.
PABLO SALAVAGIONE
Periodista